30 de junio de 2008

El primer olvido.

Modelo: anónima.
.
Esa sombra de guitarra.
Y tus pasos mordiendo la alfombra,
tu carne hundiendose en el colchón.
Y este otoño salvaje que abraza mi piel,
y me susurra tu ausencia.
Ya es hora
- mis ojos clavados en una espalda desconocida me lo dicen-,
ya es hora de que llegue.
Y llega.
Éste, el primero olvido. La primer huella en la arena,
el primer polvo cubriendo tu retrato.
Y el eco sumiso de tu boca
-abriéndose como para respirar una última vez-
cuando escupió secretamente
"¿cuántos besos tiene un cuerpo?".
Y te desnudaste rogando que mida tu silueta.
Esa sombra de guitarra
que iba a tocar por última vez;
esas cuerdas bailarinas que iba a rasgar por última vez.
Y por vez primera olvidar.
"Ya es hora" me exclama el amanecer.
No se puede permanecer sin nombre cuando la luz nos quema.
.
YY nunca supe cuantos de mis besos caben en tu figura.
El olvido es así,
es descubrir un abismo donde antes había un mar.

De-Lirio 2





Sube y baja de ésta escalera en caracol.
Y hay algo en el camino.
Algo que lo va haciendo y deshaciendo.
Una gota de nostalgia, un tacto que abriga.
Una risa que vuela entre las paredes.
Una risa que llega con el nuevo día, con la desnudez, el riego y el carmín.
Una gota de nostalgia con el amanecer, con la radiación de tu luz; con el verano y los domingos.
Sube y baja de la luna.
De toda esa inmensidad nevada.
Y algo reposa en el camino.
Y todo está bien, y nada está mal cuando la risa te sopla en la garganta.
Y tragar y tragar y tragar todo lo que está del otro lado.
Y escupir, escupir y escupir todos los mundos.
Y golpear el anochecer con los nudillos.
Una gota de nostalgia en el suelo.
Algo en el camino.
Y una risa que frena al minuto que está por llegar.
Tengo que llevarme todo. Y estar en todos lados.
Tengo que seguir desnuda,
desnuda de color.
Tengo que esconderme acá,
entre toda la oscuridad.
Y volver a andar.
A subir y bajar esta escalera en caracol.

26 de junio de 2008

La primera esperanza.


Bonita con sabor a bechamel.
Vestida con tutú, y tus zapatitos de charol retumbando en la alfombra.
Que bello es verte cuando ocultas tu rostro y tu cabello bajo un bonete!.
Bonita muñeca de porcelana.
Maquillada con la primavera y opacada con el otoño.
Que bello es sentir tu aroma de arbolito en sombra.
Desvestida por el viento y los ocasos.
¿Es que acaso no ves que te estoy mirando?
Bonita con sabor a bechamel.
Tus barriletes me dibujan
y desde el otro lado de la vereda,
yo te guardo en mis párpados.
.
.
Con y para mi Quijote.

25 de junio de 2008

Exilio otoñal.


Una y mil y todas tus cruces en el suelo.
Vas perdiendo tu dios, vas muriendo tu ilusión.
Y yo, yo voy prendiendo fuego tus huellas.
Uno y todos tus escapes van inundando de vacío la habitación.
Y todas las fotografías se evaporan en el polvo.
Vas desparramando tus texturas en el colchón.
Perdemos todas las llaves y otra vez.
Y yo, yo voy besando tus talones. Acomodando tu ausencia en la almohada, acostumbrando a las paredes a encerrarme y voy desabrochando el anochecer.
Una, mil y todas tus burbujas revientan entre el humo de mi cigarrillo.
Y mientras caminas, tus hojas caen quebrando la solidez del paisaje.
Vas silenciando tus pasos en el cuerpo ya acomodado del invierno sobre el asfalto.
Y yo, yo recojo tus hojas marchitas en mis muñecas.

23 de junio de 2008

Una . noche


No era sólo el tacto. Su piel indeleble rozando la mía, y esa aureola ensangrentada mimando el sillón. Por un instante dejó de tratarse del hambre que nos torturaba.
Ya no había escenarios ni techos que nublaran la vista. Ese segundo en el que su carne sangró fue como un rayo quebrando el silencio, iluminando en un parpadeo toda la oscuridad.
Esa era su naturaleza de luciérnaga inacabable.
No era sólo el tacto. Era todo su cuerpo animado. Su silueta indefinible colmaba los espacios impenetrables de la noche. Aún no sé qué nombre que tenía, mucho menos si era mujer, hombre o bestia. Pero su textura pálida se volvía el elixir que mis labios marchitos ansiaban.
Y cuando mis dedos inoportunos acariciaron su cuerpo de algodón, su presencia estalló en mil tormentas y se dibujó a los pies de la luna nevada.
No era sólo ese instante en que dejaba de ser mía. Era mi cuerpo destruyendo la insoportable densidad de su figura y dejándola reinar en la oscuridad.
Era sólo asesinar lo que no vive.

20 de junio de 2008

Al cielo que llueve.


Te dedico todas las rimas, todo el sabor, todos los colores, las veredas, los atisbos, el jugueteo inevitable de mis dedos en el mantel. Te regalo en silencio mis palabras, mis mentiras, mis zapatos - aunque sean de charol -, mis cicatrices, mis migrañas, mis mocos y mis rabias; mis uñas descuidadas, mi hambre y mi sed, mis almohadas, las camas que siempre extraño, las paredes que siempre escribo, mis párpados, mi maquillaje, mi nuca encendida y todo lo que hay.
Te dedico toda la respiración - mía y de quien quieras -, todas las carcajadas, las estalactitas, las fotos arrugadas, mi piel canela y mi pelo salvaje.
Te dedico todo lo cabe en mi boca, y un poco de más también.
Y sé que aunque somos de arena, podes entender que ya no quiero verte llorar.
Por eso Cielo, te dedico todas las canciones, y todo lo que van pisando tus pies.

Portón.


Tener la sabia decisión de salir esta mañana.
Abrir la puerta de una vez y ver, más allá
que todavía queda otra puerta.
Que el coraje de salir a toda esa selva,
aún sigue a prueba.
Y decidir - otra vez - que más allá,
donde están las calles y las armas,
las miradas, las gordas, las putas y los canas,
es donde tenemos que ir.
Pensar que sin quererlo
quisimos estar ahí, entre toda la porquería,
el olor y la podredumbre,
entre toda la soledad y la ineficacia.
Pero para ese entonces ya está:
ya saliste, ya estás preparado para matar.

Encierro.

Alrededor de toda la casona, ella vestía de rompecabezas enmarañado y diminuto.
Se alzaba soberana sobre todas las ventanas, y su cuerpo de hierro se enredaba con los brazos de
algún árbol invisible.
Tenía brazos como trenzas y se abrazaba todas las paredes.
Entre sus muslos carcelarios y los firuletes que terminaban su silueta encarnizada
apenas podía dislumbrar la blancura de la libertad.
Y aún así, teñida de rojo por la ira del sol atrasado, ella se mecía en las paredes
protegiendo la cálida comodidad.
Alrededor de toda la casona, las afueras se vestían de rejas y custodiaban silenciosas
toda la respiración temblorosa que se acomodaba en los rincones del número 2252.
Y a veces todavía, pensamos que somos libres.

Calle lágrima.

Llueve en Buenos Aires. Lágrima a lágrima las hojas náufragas se ahogan. Y en el suelo, acomodadas en las baldosas grises de la entrada, yo las veo mojarse delicadamente. Cada gota, redonda y cristalina, va inundando las calles de la ciudad en sombras. Y así, también, va limpiando el polvo, soplando con tu humedad todas las telarañas silenciosas que se esconden en los tejados. Y la natura, sin decir nada, abraza los pequeños ríos. De a poco, todas las calles se llenan de mar, de sal y de dulzura.
Entonces la veo. Se está riendo, descubriendo sus dientes blancos en una gran sonrisa.
Sus mejillas se elevan y un zurco casi imperceptible se abre entre la comisura de sus labios
y sus pómulos redondos y joviales.
Buenos Aires está riendo.
Llena de barro, goteras y lagunas. Se ríe de los paraguas y los impermeables,
de la canción sigilosa que hace cada lágrima al golpear contra el capó de los coches.
Se rie de los niños que juegan con la boca abierta de par en par, sedientos de lluvia, de ríos y sales.
Se rie de los hombres que corren, temerosos de mojarse. Se rie de las hojas náufragas acomodadas en las baldosas de mi entrada. Del cuerpo natura abrazando el rocío,
del polvo emancipado de los techos, del alivio de las veredas que tanto tiempo estuvieron sedientas.
Lueve en Buenos Aires.
Y Buenos Aires rie.
Y las hojas que nadan le devuelven la alegría.

Viajecito.


Iba de camino en camino,
rozando la tierra con sus huellas de rueda,
mojando las calles de presencia.
.
Tenía en su interior
el polvo de mil viajes,
y las letras se avecinaban
con el movimiento poético del carruaje.
.
Allá, lejos de todo
su cuerpo de madera se mecía con
las curvas empolvadas de Buenos Aires.
.
Y hoy, me siento a leer
los vocablos ensordecidos
de aquél pasajero.

12 de junio de 2008

Le jardin du Sergent Baigorria


Aquí, bajo la sombra del limonero
yo recuerdo las luciérnagas,
y recuerdo cuando caminabas este jardín.
.
Tenías la carita empapada de calle,
los cordones desatados
y una sonrisa traviesa asomándose
(siempre me endulzó tu sonrisa).
.
Aquí, en este jardín acallado
yo recuerdo cuando saltabas
dándole sombra a todas las hormigas.
.
Tenías el vestido lleno de tierra
y los ojitos brillantes,
como el sol en la arena.
.
Y en tus labios de muñeca
una canción.
.
Una canción que todavía canto en el jardín del Sargento Baigorria...

Musiquita silvestre

Las callecitas viajaban de un lado al otro
Besando tus pies y los mios.
Y colgadita de una rama
-silenciosa y esbelta-
danzaba una flor
-o mil flores-
con gustito a canción.
Las veredas suspiraban
-bocanadas de vapor-
y un niño le daba de comer a un caracol.
Las callecitas nos peinaban
Acariciando tu pelo y el mio.
Y colgadita de un árbol
-de todo un bosque-
una nota musical con pétalos.

Cántico

Sos ese viento vacío
que va abrazando mi voz.
Tal vez, este frío no muerde
y ves que tu sombra llora.
Sos esa calle olvidada
que yo camino y camino.
Tal vez esa noche no llegue
y hoy deje de perderte.
Soy ese mar aburrido
buscando una orilla para morir.
Sos ese viento vacío
buscando desnudar mi calor.

June.

Sé que no es muy tarde para olvidar,
pero esta noche me vendrás a buscar.
Yo te pido corazón,
yo te pido de verdad.
Dame un poco de tu arena,
Dame un poco de tu sal.
Las espinas de tu sol
hoy no paran de sangrar
Y yo sé que no es muy tarde,
no es muy tarde para andar.
Yo te pido, corazón
yo te pido de verdad,
Dame un poco de tu sed,
Dame un poco de tu mar.
Yo te veo en mi alcohol,
yo te veo desnudar,
Y te digo no prometas,
no prometas la ciudad.
Y yo sé que no es muy tarde,
no es muy tarde para mi.
Pero esta calle muerde frío,
Y ya estas por venir.
Dame un poco de tu cielo,
Dame un poco para mi,
Dame un poco de tu invierno,
Dame un poco de tu abril.
Sé que no es muy tarde,
no es muy tarde para andar.
Sé que no es muy tarde para olvidar.



3 de junio de 2008

Finale




Asesiname. Besa mi cuerpo y tóma mi carne endulzada como vaina. Clávate como lo hace el sol cuando me encuentra sola en la habitación. Penetra la intensidad y borra toda la soledad que ayer parecía indeleble. Haz el amor con mi vida, besa los párpados abiertos de la noche y bebe mi canción lentamente. En esta hora infame desnuda toda mi respiración y deja mi silueta hipócrita abrazando el suelo, con los brazos abiertos de par en par.

2 de junio de 2008

Caperuza.

Fallo judicial argentino de Roja, Caperucita c/ Feroz, Lobo
Visto y considerando:
1) Que Caperucita no desconocía que podía encontrarse con el Lobo.
2) Que tampoco era ajena al hambre del Lobo, ni a los peligros del bosque.
3) Que si le hubiera ofrecido la cesta de la merienda para que el Lobo calme su hambre, no habrían ocurrido los sucesos referidos más arriba.
4) Que el Lobo no ataca a Caperucita de inmediato, y que hay evidencias que primero conversa con ella.
5) Que es Caperucita quien le da pistas al Lobo y le señala el camino de la casa de la abuelita.
6) Que la anciana es inimputable ya que confunde a su nieta con el Lobo.
7) Que cuando Caperucita llega y el Lobo está en la cama con la ropa de la abuela, Caperucita no se alarma.
8) Que el hecho de que Caperucita confunda al Lobo con la abuelita demuestra lo poco que iba a visitarla, hecho que tipificaría un abandono de persona por parte de la joven.
9) Que el Lobo, con preguntas simples y directas, quiere desesperadamente alertar a Caperucita sobre su posible conducta.
10) Que cuando el Lobo, que ya no sabe qué más hacer para alertarla, se come a Caperucita, es porque ya no le quedaba otra solución.
11) Que es altamente posible que antes Caperucita hiciera el amor con el Lobo y lo disfrutara.
12) Que la versión de que Caperucita, cuando oye la pregunta del Lobo: «¿Adónde vas?», responde: "A bañarme desnuda en el río... "cobra cada día más fuerza.
13) Que se desprende del punto anterior que es Caperucita la que provoca los más bajos instintos, brutales y depredadores, en la pobre fiera.
14) Que el Lobo ataca, pero tal hecho corresponde a su propia naturaleza y a su instinto natural y animal, exacerbados por la conducta de la susodicha Caperucita
15) Que párrafo aparte para la madre de Caperucita, quien exhibe culpabilidad por no acompañar a su hija.
Por todo lo antes dicho, se revoca el fallo de Cámara, absolviéndose al Señor Lobo y se DISPONE además:
A) Apercibir a la familia de Caperucita, imponiendo a la abuela presentarse en hospital a designar, para su observación gerontológica.
B) A la madre apercibirla, para que cumpla correctamente con sus deberes de madre y
C) A Caperucita trabajo comunitario en el Zoológico Local para conocer acabadamente la naturaleza y el instinto animal.
Aclárase asimismo en el presente fallo que este proceso no afecta el buen nombre y honor del Señor Lobo.

Publíquese, archívese, y téngase por firme el presente fallo.

1 de junio de 2008

Ahogo ya.

Me ahogaba y como humo se iba mi vida, mis tormentas, mis naufragios, mis caminos, toda la dulce intensidad de los años; todos los mordiscos del tiempo. Fácil de asesinar, toda la crudeza, toda la carne esfumándose. El vapor relamiendo el aire, llenándo todas las grietas del oxígeno en la habitación. Y mis labios, abiertos de par en par, tragándo todas las cenizas. Así se iba mi vida, y sin darte cuenta, tambien la tuya.

Seré mar.

Me iré con estas olas, no estés preocupado.A veces abajo de la superficie, a veces arriba.Todo es agua, todo es vapor.Me iré con esta sal, no llores por mi.A veces náufraga, a veces el viento.Serás gota, serás laguna.Todo es azul, todo es cristalino.A veces deseo, a veces rechazo.Y cuando se inunde la ciudad, y todo se ahogue en la belleza......Me iré con esas olas. Seré mar, seré superficie y profundidad, seré azul, agua, cristalina, densidad. SERÉ MAR.