9 de diciembre de 2009

cuando vi tu agua colgando en la pared
se despertaron los ojos de mi piel
y vi tu secreto
cantando despacito
- si ya no hay espacios-
y contando entre lagunas
que tu historia tiene delantal, y pones sobre la mesa
los instantes de tu ser
para que los saboree con la mirada
o con esa piel
hoy está ahí
tu agua colgando en la pared
y mi apetito por saber de tu alma.

14 de noviembre de 2009

fotografía de la soledad


Desde afuera la casona se veia desprolija. Con los años las paredes se iban desvistiendo, poco a poco. Ahora se podía ver su piel chabacana, rasgada por el polvo, impregnada de tiempos perdidos y sombras efímeras. Algo había quedado ahí, algún roce despistado de los peatones distantes. La cerca sombría se alzaba silenciosa, los barrotes mudos eran brazos cubriendo los espacios vacios, protegiendo la ceguera indeleble del pasto mal crecido.

Adentro los muebles gemian delicadamente, ya cansados de usos y desusos. Las ventanas acallaban el paisaje desolado. Desde un rincón, él mira de reojo la habitación. No hay nadie, está rodeado de huellas incendiadas, de recuerdos nostálgicos que rasguñan sus ojos. Antes, ya no sabe bien cuándo, las baldosas resonaban bajo las pisadas inquietas de visitantes, amores, niños y putas ahora extraviados.

Algo pasó. Ya no hay nadie detrás de la gatera y las luces alumbran accidentalmente los restos de una vida que ya no es. Las moscas vuelan y sobrevuelan la crudeza del vacío. Las flores despintadas y raídas sollozan sobre sus cuerpos marchitos. La cama esta sin hacer. El ritual ya no tiene sentido, las sábanas se acomodan en el desorden y allí quedan. Insuficientes, insatisfechas.

Las escaleras ahogadas de pasos desentendidos cuelgan repletas de sordera. El silencio se extiende escalón por escalón.

Sobre la mesa una taza vacía con restos de café insípido acompañada por un cenicero inundado de colillas y del cadáver de la nicotina suicida.

Es la soledad la que rellena los espacios vacios. Es el cuerpo olvidado, la presencia ausente del solitario, los recuerdos extintos, las palabras tiradas sobre el suelo.

Es el retrato del abismo que queda en la carne cuando ya no hay espacio para el pasado.

La última gota de vino añejo, el último baile armónico del humo de un cigarro. Es un último tango antes de dormir. El último tren de cercanías, las dos velas sobre el aparador cubriendo de luz espesa lo poco que queda.

Algo pasó. Los ecos de ayer fotografían la soledad de una casona desprolija. Todavía se escucha la nostalgia, todavía quedan silencios bajo la luz.

5 de junio de 2009

Almicida



Ella viene y desenvaina su cabello afilado sobre las luces y las calles.
Las veredas se silencian, se visten de acantilados sombríos y cada orilla finamente oculta en el pavimento es el límite imperceptible de la hora almicida.
Allá, en la esquina más austera, el mes de Abril descalza sus pies y despide el otoño con sus pestañas de hojas marchitas.
Casi no se ve, alguien apagó todas las velas.
Ella se desnuda.
En su cuerpo intangible algo brilla.
Nadie sabe si son sus ojos, o si es su alma felina de callejón.
Camina las calles amordazadas, posa sin ropas sobre el capot desgastado de los autos y en las faldas de las putas.
Algo interrumpe la soledad impenetrable.
Es el ruido que deshace las palabras muertas en el paladar.
Ella lo mira.
Y vuelve a callar.
El escenario es sublime.
Y efímero.
Basta que el reloj siga carcomiendo espacios vacíos hasta llegar a la hora final, el absimo que abraza las cuclillas del día, toda la curvilínea emancipación de luz reducida en un sonoro "pm" que poco a poco se va desvaneciendo.
Es la noche.
Es ella clavándose en las pupilas del suelo, acariciando el asfalto, gimiendo a bocanadas mientras trepa por los edificios que la miran encantados.
Ya casi termina.
A lo lejos se asoman las primeras brazadas del nuevo día, cortando despistadamente los cabellos filosos de la oscuridad.
Ella se aleja.
Hay algo en su cuerpo sin huellas que no la deja bañarse en luz.
Lanzo una última mirada a su espalda de luna.
Ya casi no quedan rastros de su baile nocturno.
.
No importa, mañana vendrá de nuevo.