Todo estaba ahí. La humedad se filtraba por la cerradura y la imagen punzante de la soledad se erguía en el suelo.
Miraba con recelo mientras devorada de a pitadas el suicidio lento y eficaz de la nicotina aferrándose a sus pulmones. Su cigarro incendiado escupía bocanadas de humo, y con la agresividad de una fiera atacando su muerte, ella abría sus fauces para tragarlo todo.
Arqueaba sus cejas y su lengua gélida caminaba por su labio superior.
Ahí, entre toda la mierda del fin de hora, ella cojía con la fumarada.
Y yo, su espectador, rompía la niebla de su silueta y silenciosamente observaba su danza a través del pestillo gastado.
Todo estaba ahí, en esa habitación. La invitación muda para acariciar su cuerpo mientras ella, suspirando, se agitaba y jadeaba cada vez que abría su garganta e inhalaba el vapor suave y juguetón que, poco a poco, iba vistiendo de cenizas el suelo.
Todo mi infierno estaba ahí. No podría haber estado en ningún otro lugar.
Y su lengua
- aún paseándose por sus labios durante las pausas en que alejaba el filtro de su boca -,
fue mi invitación silente al frío ardiente de su distante alma.
Todos los infiernos estaban ahí.
Y entre sus labios, el único cielo que valía la pena tocar.
Miraba con recelo mientras devorada de a pitadas el suicidio lento y eficaz de la nicotina aferrándose a sus pulmones. Su cigarro incendiado escupía bocanadas de humo, y con la agresividad de una fiera atacando su muerte, ella abría sus fauces para tragarlo todo.
Arqueaba sus cejas y su lengua gélida caminaba por su labio superior.
Ahí, entre toda la mierda del fin de hora, ella cojía con la fumarada.
Y yo, su espectador, rompía la niebla de su silueta y silenciosamente observaba su danza a través del pestillo gastado.
Todo estaba ahí, en esa habitación. La invitación muda para acariciar su cuerpo mientras ella, suspirando, se agitaba y jadeaba cada vez que abría su garganta e inhalaba el vapor suave y juguetón que, poco a poco, iba vistiendo de cenizas el suelo.
Todo mi infierno estaba ahí. No podría haber estado en ningún otro lugar.
Y su lengua
- aún paseándose por sus labios durante las pausas en que alejaba el filtro de su boca -,
fue mi invitación silente al frío ardiente de su distante alma.
Todos los infiernos estaban ahí.
Y entre sus labios, el único cielo que valía la pena tocar.
4 comentarios:
Le comento (Por si no estaba enterada) que le acabo de comentar su texto en mi blog. Ya que existen desencuentros o no encuentros (Uno nunca sabe, o no quiere enterarse a veces, de que manera tan extraña actúan las fuerzas del universo) le remito la publicación por este medio y además le recuerdo, corriendo el riesgo de ser reiterativo (Hinchapelotas), que su "emepe 3" está en mi poder, y me produce cierto nerviosismo el hecho de que ante su inminente ausencia y nuestros espaciados (casi nulos) encuentros quede en bajo el resguardo de quien le sirve por cifras de tiempos impredecesibles (Recuerde que luego de aproximadamente 4 años de ser "amigos digitales" tuvimos nuestro primer encuentro y que los posteriores han sido ciertamente impredecibles, y los lapsos de tiempo también han sido bastante largos)
Por anteúltimo: Si, es verdad abusé de los parentesis.
Por último: No se olvide de leer mi humilde comentario en LaPertenencia (Que como habrá ido viendo tiene bastante sentido con la vida de quien le habla)
Por Post-ultimo: Estas palabras corren el riesgo de quedar inconclusas, pero ha de saber que la ve...
Supe disfrutar fumar...
Esos cilindros perversos. Lo ùnico bueno de que te fumen en la jeta, es lo que significa. Encima a veces son puros malentendidos.
No, para el suicidio, me qedo con variantes mas divertidas.
Saluditos.
Extraño tu blog nena!
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