16 de diciembre de 2008

X

Prende la luz
baja la persiana
salpica las paredes de nostalgia
va despintando la habitación con sus pestañas.
Rasguña las palabras
desnuda su cuerpo de animal
desenjaula su fuego enloquecido
Ella baila
lo mira
juega
ríe
asesina
Él la toca
la lame
la busca
arroja su cuerpo a las fauces de la bestia
la desea
la pierde
la encuentra
a veces suya
Ella despega
vuela y sobrevuela
escribe y borra
Él quiere más
algo más para renacer
un poco más para respirar
A veces suya
Esta noche del viento.

Todo afuera.


Él sabe.
Mira, investiga y relame.
Desde afuera todo se ve metálico. Todo se ve intocable.
Él palpa las texturas, y entre sus párpados grises su iris de venas abiertas recorre su rostro.
Sabe que hay algo en toda esa piel que nunca le va a pertencer.
Sabe que hay algo en ese frío intenso, en ese invierno estático que no puede romper.
Se ve lejana, danzante. Se ve ardiente. Todo en ella se ve exquisito.
Él arranca de a poco toda su ropa, toda su sensibilidad, todo su mar. Y ciegamente intenta.
Sabe que debajo de alguna sábana, después de descartar las miradas efímeras, la va a ver.
Desnuda de todas sus burbujas, sin excesos oscuros que la abriguen.
Él sabe.
Intenta, se acerca, se quema.
Desde afuera todo se ve salvajemente liberado.
Él recorre todas vías, todo el inmundo viento para llegar.
Sabe que hay algo en todas sus tormentas que está despierto.
Sabe que hay algo en su mirada metálica que silenciosamente pide ser alcanzo.
Él sabe que hoy no va a tenerla.